viernes, 10 de enero de 2014

Icaro y el manuscrito del olvido

De boca en boca las aventuras de Icaro variaban de tiemoo y espacio. Pero aun asi todas surgian desde el mismo punto, un pequeño pueblo costero habitado por pescadores en que incluso hoy dia se puede leer en su cartel de bienvenida " Sunset Falls: cuna de leyendas".
Aveces de noche, otras de dia. Con sol y con lluvia. De muchas maneras comenzaba la historia aquel dia que un pequeño bote toco los muelles castigados por el tiempo de Sunset Falls. Aquel dia que el joven viajero de las calidas tierras del sur piso, sin saberlo, la primer ciudad donde marcaria su leyenda.

Icaro fue siempre representado como un joven de lasio cabello castaño, de piel gracilmente pintada por las caricias del sol. Y de unos ojos de oro liquido que destilaban orgullo y sed de experiencias. Pero lo que pocos saben es que aquel dia nada hubiese sido mas alejado de la realidad.
Cuando la pequeña comunidad pesquera encontro en bote desvencijado a la deriva fue cuando hallaron en su interior a una persona al borde de la muerte. Con un cuerpo tajado por las quemaduras del sol, y una mirada que parecia apuntar hacia algun lugar mas alla de la tierra de los vivos.

Esa fue la verdadera aparicion en escena de nuestro buen amigo.
La mareo subio y bajo, tres soles y tres lunas se sucedieron antes de que sus ojos dorados volviesen a abrirse. Las imagenes resultaban borrosas la personas comenzaban a aglomerarse a su alrededor. Sin saberlo se habia tornado la atraccion turistica de la pequeña villa. Aunque el lengüaje que empleaban le era completamente ajeno.

Sin fuerzas e incapaz de comunicarse siguio los dias en la cama de aquella sencilla casa de vulgar construccion. Alimentado dia y noche a base de sopas y otros derivados de pescado y pan. Una niña lo cuidaba en la mañana, una joven morena de pelo azabache que no tendria mas de 10 años. En mas de una ocasion la habia atrapado espiandolo mientras dormia. Aunque Icaro no entendia el por que, quizas tan solo fuese curiosa del forastero. Que mas daba, sus dias se centraban en algo mas importante que causaba mas dolor en su cabeza que el escozor de los ungüentos sobre sus graves quemaduras. "¿quien soy?"

Por las tardes era una anciana quien lo cuidaba y cambiaba las vendas. Una mujer que reflejaba mas de seis decadas en los mapas que formaban las arrugas en su rostro y que revelaban de a tramos lo dificil que era la vida en aquel lugar. Aunque la mujer no paraba de hablar le resultaba reconfortante a Icaro el hecho de poder distraerse un poco. Aunque literalmente no entendia ni una sola de las palabras que salian de aquellos labios secos como pasas de uvas.

Por las noches, de cuando en cuando, no  conseguia conciliar el sueño. Se encontraba con su cuidadora nocturna. Una mujer que aparentaria tener mas o menos su edad, unos 26 años quizas. Con un descuidado cabello castaño oscuro y una sonrisa afable que hacia juego con sus ojos de almendra. Con ella era con quien mantenia lo mas similar a una charla. Ya que mal que mal le enseñaba algunas palabras.
Entre mimicas y risas al cabo de una semana desde despertar consiguio armar un poco el rompecabezas de su paradero. Se encontraba en un pueblo pesquero de escasos recursos llamado Sunset Falls, lo habian rescatado de su embarcacion que actualmente se encontraba varada en la playa. Pero el como llego hasta alli era un misterio aun. Celisse que era como se llamaba la cuidadora de las noches insomnes le conto que de haber tardado un dia, o quizas solo unas horas mas en ser rescatado hubiese muerto. Y que seria prudente que al recuperarse lo suficiente la acompañara a entregar una ofrenda al dios de las mares que los guardaba en su gracia y que habia cuidado de el en su viaje

Al margen de sus cuidadores muchas mas personas se reunian a diario en el cuarto para obtener unos pocos minutos de su presencia. Pero creyo conveniente el que no supiesen que de a poco comenzaba a comprender su idoma.
Y sus frutos logro de ello. Con los dias todo se torno mas extraño. Aunque se sentia con fuerzas suficientes para salir de su reclucion los hombres de la aldea no le permitian abandonar la estancia. Y sus cuidadores insistian en que se estado era aun critico.
A esto se le sumaban sus extraños visitantes que en ocasiones llego a dilucidar que no pertenecian siquiera al pueblo, algunos de ellos provenian de una ciudad mas alla del valle que lindaba con el pueblo. Algo asi como Wildertell, segun podia interpretar de aquellas extrañas pronunciaciones.

Mas prisionero que huesped Icaro se encontro atrapado en aquella habitacion sin ventanas. Ninguna de sus cuidadoras tenian acceso ya al lugar, y en su lugar se podian ver ahora a bravos pescadores que hacian a suerte de carceleros.
Este cambio se debia a que en ocasiones el joven habia intentado escapar de la casa pero su mayor logro fue avistar a duras penas el mundo exterior y el pueblo en el que se encontraba.
De ninguna manera era como lo imaginaba. Las chozas de piedra y paja se encontraban abandonadas en el tiempo, todo estaba tomado por hierbas invasivas que crecian incluso hacia adentro de las casas. Las herramientas de trabajo se encontraban todas oxidadas. Y aunque no estaba a la vista la brisa traia consigo el olor de la sal marina mezclado con la pestilencia de las
Visceras de los peces. No llego a dar ni un solo paso antes de que los pescadores adultos lo interceptaran y devolvieran con brusquedad a su habitacion. Pero su breve vista del lugar le habia crispado el alma. Aquel lugar estaba tan muerto como los peces de la costa. Y sea lo que fuere que planearan hacer con el no podia ser nada bueno.       
Asi fue que tras otro intento fallido de escape termino con la compañia de sus hoscos guardias .

Era solo Celisse quien de cuando en cuando iba a pasar tiempo con el. Aunque se negaba a responder todas las preguntas que el chico le hacia alegando ya casi como una burla el no entenderlo al hablar.
Y aunque el rostro de la muchacha mostraba pena por la situacion de Icaro, el no pudo evitar verla como un captor mas.
Ya habian sido veinte o quizas treinta dias de su captura. Algunas personas de raras ropas y extraños accesorioa de piedras y metales preciosos lo habian visitado. Algunos habian llegado incluso a dejarle como presente varios de esos accesorios y tules de telas exoticas.

Pero poco le importaban ya. Icaro dedicaba sus horas de reclucion a rearmar su pasado sea cual fuere. No recordaba quien era ni que buscaba. Ni siquiera de donde venia. Incluso su lengua natural era desconocida para aquellas personas, incluso para los visitantes de Wildertell que a la legüa mostraban ya poseer mayores conocimientos intelectuales.

Inmerso en sus dudas se encontro un dia con su vista clavada en el cuenco de agua clara que habia a un lado de su cama y entonces vio la primer
Diferencia entre sus captores y visitantes con respecto a el.

Y es que verdaderamente poco y nada tenian que ver unos de otros. Ellos con sus cabellos oscuros. Piel morena y descuidada y ojos opacos. Eran completamente diferentes al reflejo que le devolvia la tranquila superficie acuosa. No habia sido consciente de su apariencia hasta entonces desde que habia despertado. Pero como una bofetada veloz algunas imagenes cruzaron por su mente, recuerdos quizas. Imagenes sueltas y carentes de sentido sobre una tierra soleada de jardines colgantes, de elaboradas creaciones de metales variados y de sus iguales observandolo a lo lejos el dia en que el partii de sus tierras en la galera mas grandiosa que podia haber visto en su vida.
La ultima de las imagenes resulto ser de un joven de su misma edad y muy similar en complexion fisica. Pero de un cabello azabache brillante que permitia entrever unos ojos de esmeralda. La imagen se mezclaba con la vision de un extraño objeto dorado. Y entonces sono en su cabeza la voz de aquel joven. "Si la pierdes, ni pienses en regresar Icaro".
Sin entender del todo la cascada de imagenes y sensaciones, las ultimas palabras calaron tan agudo como un punzon en la cabeza de Icaro.
Ya conocia parte de su pasado, pero es que los fragmentos eran tan inciertos y aleatorios que realmente no habria podido sacar nada en claro de aquellos. Solo tres cosas podia asegurar.
La primera, y piedra angular de toda persona, fue su nombre. Ya no seria solo una criatura en la cama. Ya no mas, el era Icaro y sin saberlo muy bien solo el saberlo le daba un poco mas de fuerzas para seguir.
La segunda resultaba en lo que parecia ser su hogar. Si ese pueblo que habia cruzando los muros de su "prision" era un infierno entonces en sus recuerdos, reales o no, el habia conocido el paraiso. Y estaba dispuesto a regresar.
Lo que llevava a Icaro al tercer entendimiento, si planeaba volver necesitaria ese articulo dorado que vio en su cabeza. Ya habia sido advertido sobre intentar volver sin el. Y aunque primera instancia penso que solo era una frase figurativa un atisbo de conocimientos olvidados le volvio a advertir sobre ello. Sin el artefacto jamas podria regresar con sus iguales.
Aquella misma noche juro con toda su voluntad que escaparia y por sus ojos brillantes nadie lo habria puesto en duda, sin embargo aquella noche resulto como las demas.
Los guardias postrados en la entrada resultaban inamovibles, lo doblaban en edad y tamaño y tenian ya una desconfianza afianzada por los anteriores intentos de escape. Asimismo ni siquiera Celisse habia asistido a su encuentro aquella noche. Pero eso no importaba, su plan comenzaba a trazarse y nadie lo podia impedir. Si en primera instancia el les debia su vida, pues ahora estaban cobrandosela. Y no era un precio que estuviese dispuesto a pagar.
Pasaron dos noches mas de solitaria reclusion hasta que se abrio una posible brecha. Una idea estaba enrgazada en su cabeza, la idea de que si tan solo faltase un guardia, solo uno, podria intentar salir de alli.
Aquella era la noche, el cielo le devolvio la sonrisa y la esperanza cuando aquella vez solo acudio un guardia. Ni tan viejo ni tan robusto como los anteriores.
Es que con los dias de "buen comportamiento" ya se habian vuelto descuidados. Y por lo que se podia apreciar a traves de las paredes afuera estaba dandose una fiesta de las grandes.
Una musica tribal de tambores marcaban con macabra alegria una cancion, pero no habia tiempo para ello era ahora o nunca. El guardia de rasgos igualmente toscos que sus predecesores pero con menos de unos treinta años de edad cruzaba la puerta con un plato de comida.
A la hora de la verdad las dudas lo invadian, lo hubiese dado todo por haber recordado clases de pelea entre sus imagenes, pero de eso nada. La voluntad y el miedo tensaban sua musculos por igual cuando salio disparado como resorte hacia su captor.
Un intercambio de golpes pesados le hicieron notar la diferencia de sus fuerzas.  En tanto sus golpes hacian retroceder a su captor. Los que recibia del mismo eran verdaderoa pedrazos en su cara que en mas de una ocasion estuvieron a punto de derribarlo.
El maton los insultaba en aquella extraña lengua entre carcajadas. Y finalmente un golpe certero sento de bruces a Icaro en el suelo de piedra.
Vio venir una oleada de de golpes fulminantes cuando cruzo su vista con la de su captor. Aquel nunca seria su final, no perderia su oportunidad de volver a probar la libertad. Sus ojos estallaban en voluntad a medida que su contrincante se acercaba a el.
Pero antes de este poder dar el primer golpe, cayo inconsiente a un lado de Icaro con los ojos volteados hacia arriba.
Solo le tomo al chico unos pocos segundos el entender que no era tiempo de preguntas. Rogaba que la musica no hubiese permitido escuchar el ajetreo y sin pensarlo mas se puso en pie y comenzo su escape de aquel lugar.
Como lo pensaba, no habia nadie mas en la casa. Todos estarian en aquella celebracion de musica que le helaba la sangre.
Tras cruzar la puerta de la entrada con extremo cuidado lo inundo el olor pestilente de las visceras una vez mas, pero ahora mezclada con el humo y los inciensos que parecian abrazar todo aquel maldito pueblo.
A lo lejos podia verse el refulgor de las llamas donde seguramente seria el centro de la fiesta y origen de la musica.
Correteo entre las casas desiertas. Pero no en direccion al valle y los bosques. Todo lo contrario. Necesitaba llegar a su bote tanto como necesitaba recuperar sus pertenencias.
Rodeo con una distancia mas que prudencial la zona de festividad para acercarse lo mas posible a los muelles.
Pero en la oscuridad de la noche un susurro lo tomo por sorpresa.
Aquella joven Celisse habia dado con su paradero. Pero actuaba de forma rara. Estaba escondida como el, llamandolo desde detras de una casa.  Pero claro que no era alguien de fiar por lo que siguio su camino. Aunque solo unos pasos mas al escuchar, claro como el dia, decir a la chica "sigueme se donde estan tus cosas, no tenemos tiempo".
La joven se acerco corriendo  por su espalda hasta pasarle por un lado tomandolo de la mano.
La miro fijo a los ojos un momento e incluso entre toda esa sombra no vio signo alguno de maldad o engaño.
Cruzaron a hurtadillas el pueblo, en mas de una ocasion habian tenido que esconderse al toparse con algunos hombres y mujeres ya ebrios y enajenados por los tambores que, aunque se alejaban mas y mas del centro de la fiesta, parecia escucharse siempre mas fuerte entrado de a poco en el alma.

La brisa del mar le indicaba la cercania con el objetivo de su anhelo. Pero el encontrarse con la playa no fue una vista agradable. Bañadas las arenas oor la luz de la luna aquello era hn vertedero de todo lo malo de aquella gente. Habia mas de una decena de botes varados y destruidos. Maderas y visceras dispersadas por doquier. Incluso en la noche la carroña traia todo tipo de animales que aprovechaban las sobras, pero que aun en su naturaleza esquivaban algunos de aquellos pescados que hacia ya mucho yacian muertos y destripados en aquel lugar. Ese era el auge de la muerte y la desesperanza. Reflejo de la bestialidad de aquellos hombres. La sola imagen le revolvia el estomago. Pero volvio en si cuando su mano fue jalada con fuerza por Celisse quien lo espetaba exigiendo se apresurara.
Los muelles parecian estar un poco mas lejos de alli. Pero ella lo llevaba en direccion opuesta por la playa. Hacia una zona rocosa. Aunque con dusas no quedaba mas que seguirla. Y tras otros diez minutos de incesante paso veloz dieron con la entrada de una cueva entre las rocas.
La musica estaba lejos ya, eso lo hacia sentirse bien, pero el entrar a una cueva... definitivamente eso no.
Icaro dio media vuelta para dirigirse a los muelles pero una vez mas la chica lo tomo por el brazo.
Entre torpes y asustadas palabras intentaba darle un mensaje pero era demasiado confuso para entender.
Fue solo cuatro intentoa mas tarde que parecio comprender el mensaje.
Ella habia estado en los muelles el dia que el llego, y fue ella quien lo reviso para comprobar su estado. Hizo entender que aunque estaba arrepentida de su actuar ella le habia robado sus cosas antes de que lo hicieran los demas. Y que finalmente las habia colocado alli "su lugar secreto".
Icaro trago saliva, y muy a su pesar acompaño a la muchacha a las tinieblas de aquella cueva llena de sal pero donde por lo menos el hedor fetido de los cadaveres ya no llegaba.
Pocos pasos dentro de la cueva la muchacha comenzo a tantear entre las rocas. A ojos de Icaro solo estaba caminando en las sombras. Pero tras cierta insistencia entendio que estaba buscando algo.
Oculta en la piedra la chica saco una rudimentaria antorcha. Las herramientas para encenderla no tuvieron la misma suerte cuando empujadas por la rama vieja calleron al mojado piso de la guarida. Tardaron un buen rato en encontrarlas y otro buen rato mas en que estuvieran lo suficientemente secas como para encender la antorcha.
Fue un momento de paz entre todos los contratiempos que habia evadido para llegar hasta ahi. Al menos en las penumbras de la cueva estaban a salvo. Icaro se preguntaba si ya habrian notado su ausencia. Si el guardia ya habria despertado. Y mas importante aun ¿que le habia sucedido en primera instancia cuando perdio la consciencia?
Parecia haber pasado una eternidad cuando la incandente llama de la antorcha lo cego al tiempo que disipaba la oscuridad.
Aquel lugar era mas grande de lo que aparentaba en la oscuridad. Si bien el techo era relaticamente bajo la caverna parecia extenderse bastante mas dentro de la tierra. Y para su pesar era hacia alli a donde se diria la chica que lo llamaba con la mano.

Por las vibraciones llegadas a traves del techo y las paredes dio por sentado que tras tan larga caminata entre los corredores subterraneos debian estar pasando por debajo del pueblo.
Antes de que se diera cuenta ya se habia tornado imposible dar vuelta atras. La chica conocia muy bien el camino y habia dejado marcas en las paredes solo reconociblea por ella. Pero ya fuere que alguien quisiese llegar a ellos, o el salir de ahi por su cuenta sin lugar a dudas terminarian inequivocamente perdidos con solo un futuro fatal por delante.
Aquellos pensamientos volvian a mezclarse con la musica que retumbaba desde todas las direcciones y eso volvia a llenarlo de temor. Pero ya no habia vuelta atras. Solo quedaba confiar.
En contraposicion la chica parecia no solo tranquila sino tambien feliz. Se sentia comoda y segura en aquel lugar, SU lugar.
Finalmente luego de una eternidad sin palabras donde solo los tambores llenaban los vacios Celisse volteo a verlo y mostrandole una sonriasa dijo que le mostraria algo. Y entonces apago la antorcha con el agua que corria a sus pies siempre descendiendo al igual que ellos.
Entonces llego la oscuridad total. La musica se hacia mas fuerte sin el crepitar de las llamas y parecia oonerse acorde al sonido del correr del agua.
Una sensacion horrible lo arrebato de un momento a otro. Pero se calmo un poco cuando la pequeña mano de la chica le toco el hombro. Y entonces lo vio...
Por todos lados comenzaban a hacerse visibles a sus ojos pequeñas fosforesencias verdosas pegadas a las paredes y el techo de la cueva. Un espectaculo hermoso que lo lleno de paz con facilidad. Pero era mas que solo unas pequeñas luces, un poco mas lejos de alli una luz mas fuerte que variaba entre el tono verde y el morado parecia iluminarlo todo. Icaro se preguntaba si sería ese el corazon de la cueva.

El misterio se revelo tras unos cuantoa pasos siempre con Celisse por delante como una preciaa guia en aquel laberinto.
En efecto, aquel lugar era el corazon de la cueva, pero jamas la habria imaginado asi. Aquella enorme cama era altisima y su circunferencia era enorme. Solo la mitad de ella tenia suelo firme donde pisar y la otra mitad estaba inundada por la funte de aquella luz. Un liquido, porque llamarlo agua seria demasiado arriesgado, verde purpureo cubria la mitad de aquel lugar, iluminando con su luz mas que diez antorchas. Las corrientes de agua clara que fluian a traves de la piedra se fundia con esa masa y se perdia en su color. El juego de luces y sombras mezcladas con el reflejo de la fuente acuosa dibujaban en toda la camara siniestras sombras. Y como detalla final Icaro reconocio algo que le helo la sangre. Era de ese mismo lugar de donde provenia esa escencia dulce que habia olido en la superficie viniendo de la fiesta. El humo espeso que se desprendia de las leves ondas que creaba el agua clara al encontrarse con aquella fuente llenaba todo con ese sutil perfume.
La muchacha dio unos pasos mas hasta cerca de la orilla y señalo con su gracil dedo un paquete envuelto en tela que se encontraba alli en aquel suelo.
Icaro esbozo una sonrisa de alivio y felicidad cuando por fin se veia cerca de recuperar sus importantes pertenecias. Le dio las gracias con todo su corazon a Celisse, sintio culpa de haber desconfiado de ella. Pero al verla ya nada vio de la chica amable que lo habia ayudado. Su semblante se habia transfigurado y en su rostro ya no habia ni un apice de bondad, no podria nadie precisar la mezcla de males y perversiones de las que se teñian aquellos ojos y su sonrisa satisfecha. Pero entonces solo fue un golpe en el cuello por la espalda y toda luz se apago para Icaro en una mezcla luminosa de humores violetas y aquellos ojos de almendra que antes ofrecian piedad.